El movimiento social acaecido en los últimos meses en Venezuela es la
resultante de la confluencia de causas contradictorias, con variados componentes que las determinan.
En tales acciones es relevante
el desempeño de dos sectores con definidos intereses económicos: el poder
estadounidense junto a la burguesía venezolana, y el gobierno socialista junto
a la clase popular mayoritaria.
El poder estadounidense busca
por todos los medios a su alcance recuperar los privilegios perdidos, luego de
la nacionalización de las riquezas energéticas por el presidente Hugo Chávez. La
burguesía, por su parte, también anhela recuperar privilegios y estatus frente
a una masa popular que pretende igualarla en derechos como la salud, la educación
y la territorialidad.
En esas circunstancias el
gobierno y el Estado, como agentes democráticos-progresistas de una sociedad
que busca mejorar sus niveles de convivencia, debe definir sin burocratismo, con
un trabajo social permanente y eficiente, los objetivos para afianzar una
sociedad moderna, equilibrada y sin privilegios.
La tarea es ardua, mas con la
ventaja de que hay un camino recorrido. Siendo la única forma plausible de
frenar el embate apropiador del capital foráneo, y el egoísmo compulsivo de la
burguesía venezolana.